Con una simple analitica de sangre y una ecografía calcularon mi reserva ovárica.
No hizo falta ninguna prueba de alta complejidad para saber cuántos óvulos quedaban disponibles en mis ovarios. para ser fecundados
Aquel día me explicaron que las mujeres disponemos de un número finito de óvulos que se van consumiendo cada mes, a diferencia de los hombres que fabrican esperma toda su vida, nosotras ya nacemos con todo el stock completo. Una especie de almacén que va sirviendo sus pedidos mensualmente hasta que llega un momento, alrededor de los 35 años, en que en que el suministro empieza a caer en picado, es decir disminuye la cantidad disponible.A demás también hay que tener en cuenta el envejecimiento, porque aunque nosotras estemos estupendas por fuera y hasta aparentamos menos edad, nuestros óvulos caducan como los yogures y empiezan a presentar anomalías, es decir la calidad está comprometida.
Volviendo al símil del almacén, podría decirse que mensualmente, se han servido los mejores ovocitos hasta que llega un momento en que sólo quedan disponibles los de peor calidad
Y así, aquella mañana, con una simple analítica, supe que me quedaban pocos y probablemente no muy buenos.
Me sentí estafada, engañada ¿porque yo no sabía esto? ¿porque nadie me había hablado de ello antes?
O tal y como decía en su libro Raquel Sánchez Silva, tengo los ovulos contados y yo añado, encima los pocos que me quedan están apunto de caducar.
Una simple analítica de sangre.
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